Sus recuerdos son lo único que posee Juan y siente que se le escapan, por eso quiere transmitírselos a su nieto, legarle la memoria de Torrumbría, un pequeño poblado de pescadores escondido en una península de arena y pinos a donde llegó un día una extraña raza de hombres, vestidos de blanco y tan pálidos que más que hombres parecían espectros, que con sus singulares costumbres e insólitos ritos se hicieron dueños de la península que, desde entonces, y ya para siempre, se la conoció como  Punta de los Ingleses.

Una historia a caballo entre lo real y lo mágico, entre lo mítico y lo humano, en un mundo donde aún había lugar para lo fabuloso y lo legendario en la vida de los hombres, en un tiempo en el que las sirenas aún no se habían extinguido.